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LOS EXÁMENES EN LA UNSA: SESIONES DE TORTURAS, FOMENTO DEL MEMORISMO.

La educación se ha quedado en la etapa premoderna.

Publicado: 2013-07-30

El actual vicerrector académico Dr. Víctor Linares, dirige la parte docente, la porción docta del Gobierno de la Universidad. Desde ahí, nos llegan los sílabos que son imposiciones o formatos establecidos en cuyos recuadros nos han circunscrito a los docentes a quienes se nos prohíbe cualquier creatividad al respecto, so pretexto de que hacer otro modelo es atentar contra la acreditación de la Facultad. Y en dichos sílabos, hay los recuadros de “exámenes” o “evaluaciones”, se toma a estos como algo normal y lógico, condición sine qua non para apreciar el rendimiento del alumno, sin tales “pruebas” no podrán establecer calificativos del cero al veinte, para las autoridades universitarias y para la gran mayoría de docentes, no existe otro método, otra posibilidad de evaluar el rendimiento del alumnado, además “hay que cumplir con el sílabo establecido, con el formato determinado”.

En los estudios de pre y posgrado, he tenido oportunidad de leer y percibir, dentro de diversas ramas del conocimiento, entre otros, a los amautas José Carlos Mariátegui, José Antonio Encinas, Augusto Salazar Bondy, Walter Peñaloza, Francisco Miró Quesada, así como a los sabios Noam Chomsky y Mario Bunge. Todos coinciden en reprobar al memorismo. Para efectos de este artículo de investigación, sólo nos referimos a Bunge y Encinas.

MARIO AUGUSTO BUNGE

Mario Bunge es un declarado enemigo de los exámenes, las universidades latinoamericanas son fábricas de diplomas, afirma. El filósofo físico considera que el objetivo de la educación no es evaluar la capacidad de memorizar para rendir exámenes, sino aprender resolviendo problemas, investigando y buscando información. “La evaluación en la universidad tendría que ser como en la escuela primaria, con un seguimiento diario”, sostiene y añade el problema de los exámenes universitarios. “Son una sesión de tortura”, sentenció sin rodeos en una interesante entrevista de un diario argentino (La Nación). Durante la charla, Bunge centró la acerada ferocidad de su crítica en las universidades argentinas y latinoamericanas en general: “Son un fracaso completo” a su sabio criterio. El ilustre pensador dice que en décadas de cátedra jamás ha tomado exámenes, pese a que nunca dejó de enseñar. Su premisa es provocar en los alumnos un estímulo para el aprendizaje, porque los exámenes “son la ruina de la educación”, se debe aprender resolviendo problemas, buscando información, haciendo frente a situaciones nuevas. La forma de evaluar en la Universidad tendría que ser como en la escuela primaria, con un seguimiento diario, con los deberes de todos los días. Se pueden hacer preguntas en clase, excitar la curiosidad, hablar de los últimos descubrimientos. Sería estimulante referirse a hechos cotidianos, recientes, conocidos por todos. En Derecho, por ejemplo, sería bueno debatir casos que estén en las noticias. ¿Cómo resolverían el caso? ¿Qué leyes se deberían aplicar? Los que no se entusiasman con los temas actuales están en la carrera equivocada. Si no hay interés, el aprendizaje se hace desagradable. Los alumnos estudian lo justo y necesario para aprobar el examen, y de mala gana. De todas maneras, la mayoría deja la carrera por la mitad, a un costo enorme para el país. Los mismos docentes van a enseñar sin ganas. Trabajan varios turnos y no tienen tiempo para perfeccionarse. Antes, en los pueblos, el maestro era una de las personas más respetadas, junto con el médico y el boticario. Ahora están mal pagos y peor considerados. No recuerdo haber tenido un solo maestro o profesor que llevara un recorte de diario para discutir en clase en ninguno de los tres niveles que cursé en la Argentina. La forma de enseñar es tradicional, premoderna. Faltan laboratorios para las prácticas. No se comprende la importancia de la ciencia y la tecnología para la sociedad moderna. Al fin y al cabo, es el Tercer Mundo.

JOSÉ ANTONIO ENCINAS

Nuestro amauta José Antonio Encinas, puneño premonitorio de la educación moderna, se adelantó a Bunge, él desde su época, ya tenía un concepto revolucionario de la misma, y afirmaba que la evaluación (exámenes) era un concepto viejo y arcaico que rinde culto al aprendizaje memorístico, que administra exámenes que son una tortura para los alumnos. El examen –sostenía, o mejor diremos sostiene dada su vigencia- es un absurdo en la primaria, un error en la secundaria e inútil en la Universidad. Cuando la enseñanza está organizada desde un punto de vista esencialmente cuantitativo y superficial, en imposible sacudirse de la necesidad del examen; pero cuando la enseñanza ha ingresado a un periodo donde la cantidad de conocimientos está subordinada a la calidad, entonces el examen deja de ser necesario. Este amauta aymara nos propone una evaluación cualitativa, vale decir las capacidades que se desarrollan y las actitudes que se forman en los alumnos. La mejor lección es un proyecto de trabajo, y el mejor examen su ejecución, no se trata de valuar la cantidad de conocimientos acumulados, sino la capacidad adquisitiva, la utilidad obtenida y la aplicación de esos conocimientos en la vida diaria. Nos dice que la evaluación debe ser un seguimiento constante, como hacen los profesores cuando enseñan a leer y escribir, y no tienen necesidad de tomar un examen, lo prescinden.

Las coincidencias entre Bunge y encinas son manifiestas y asombrosas.

LA EDUCACIÓN EN LA FCCF

Hacen ya varios años que el autor de este artículo no toma exámenes a sus alumnos en los cursos de documentación contable o empresarial, teorías Contables y NIC, y Peritaje Contable que se llevan en la Facultad de Ciencias Contables y Financieras de la UNSA. Los alumnos hacen ensayos que son debatidos en clase, se les lleva –en peritaje contable ad exemplum- casos de pericias penales, laborales y civiles reales, se analizan peritajes hechos, aplicándoles las reglas de la crítica, las participaciones son el mayor porcentaje de nota, porque creemos que de ese modo se está estimulando el interés por la materia y desplazando las clases tradicionales por la investigación y la utilidad que se obtiene en la aplicación de los conocimientos que se imparten.

Apoyándome en Bunge y en Encinas, soy un contestatario pertinaz a las “pautas” o trabas de las autoridades a la creación intelectual, a la investigación científica y al trabajo docente en clase. No se debe pontificar jamás en las aulas.

Cómo no citar al maestro de maestros don Manuel González Prada cuando dice que con muchedumbres indisciplinadas pero libres, Francia marchó a la victoria, con los ejércitos de indios disciplinados pero sin libertad el Perú siempre irá a la derrota. Parafraseando a Encinas, sostenemos que el maestro debe ser un político por natural derecho, que jamás hipoteca su conciencia y así participa en beneficio de la educación, un maestro es un agente de cambio con visión, no simplemente un peón dentro del engranaje de la educación, nos negamos a ser peones de mecanismo o de táctica, renegamos de las normas que nos dan las autoridades de la UNSA respecto a exámenes y trabajos de investigación científica, somos (utilizo el plural de modestia) indisciplinados pero libres, en el pensamiento y en la acción, contestatarios de normas premodernas a las que se nos pretende someter.

LA NUEVA EDUCACIÓN SIN EXÁMENES

No sólo en las Universidades de Estados Unidos, Canadá y Europa no se toman exámenes, en muchas universidades latinoamericanas, las más destacadas no se toman exámenes. En la Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador, afirman seguir la propuesta de Bunge y que se ha prohibido, casi por decreto tomar exámenes, que salvando honrosas excepciones, en muchos casos servía para que el profesor se escude en ellos y pierda valioso tiempo que conlleva esa gestión o intente mantener el temor en las aulas universitarias, no quieren prácticas estudiantiles, sino investigar en proyectos de orden productivo. La UNSA, tiene que adaptarse algún día –esperamos- a la posmodernidad.

Estamos investigando el sistema anglosajón, ellos no toman exámenes ni cuantifican el resultado con notas, simplemente informan que ha pasado o superado el curso, a efectos de que los alumnos no lleven la “nota” como un estigma. Esto será materia de otro artículo.


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El Arjé

Educación y cultura